En el Centro Kālida Sant Pau sabemos que cuando una persona es diagnosticada de cáncer, a menudo el mundo se hunde a sus pies. A la incertidumbre de lo que pasará en un futuro, puede unirse un sentimiento de fragilidad, de angustia y temor ante la nueva situación.
De repente empieza una nueva etapa con visitas y pruebas para enfocar el tratamiento, y es necesario tener confianza en el equipo asistencial, disponer de toda la información posible y comprender las decisiones que afectan a las personas y su entorno inmediato. Pero a pesar del apoyo de los profesionales sanitarios, se necesita tiempo para asimilar todo lo que está pasando.